jueves, 5 de enero de 2017

Mariposas

De las que me hacen soñar y volar, que me invaden el estomago como una niña y me llenan de ilusión el alma, ¿se puede ser adicta a las mariposas?

Pienso en qué hacer para que me visiten, para que su revoloteo no se aleje porque amo sentirlas en mi cuerpo y todo lo que ellas provocan: las cosquillas, el vacío, ¡la emoción!. Cierro los ojos para volar a su encuentro con todos mi sentidos: aspirando su aliento, sintiéndolo en mi cuerpo como una caricia, como un par de manos que me sostienen la cara o me toman por mi cintura; escuchándolas en mi  oído como un corazón acelerado, el mío.

¿Te posas sobre mi otra vez dulce mariposa? En silencio te espero, sin ruido y sin movimiento, esperando ser digna de ti otra vez.


El día que te hiciste mayor de edad.

Hoy mis hijos mayores cumplen 18 años, se convierten en mayores de edad. Al menos uno de ellos, Ignacio. Su hermana Mariana, gemela "d...